La agonía de sentirte
ajena se reflejaen el vidrio abandonado
y roto de mis ojos.
No soporto la lejanía,
el desencanto, el olvido.
Hago mías tus palabras
y navego a tientas
por mares de tierra adentro,
naufragando.
El mar,
tan sólo el mar anhelaba.
El mar de tu mirada,
el agua del cariño, la fuente
de la esperanza. La fuerza
del destino cayendo
en cascada por mis hombros,
abanderando la vida
nueva, repoblada.
En tus manos se impregnó
mi alma de futuro.
En tus manos
se llena ahora de olvido
mi esencia de hombre
cimentado en palabras,
en sentidos agotados.
En tus manos
se quedan las estrellas,
la luna nueva,
el corazón.
JUAN CARLOS


2 comentarios:
Me ha encantado el final; bueno, me ha encantado todo pero, espcialmente, la última estrofa.
Y me gusta el nuevo look del blog, también :)
Besos
En su piel queda la huella indeleble de tu amor....
!! bellisimo!!
Mujer.
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