
Quise hundir los dedos en tu alma,
saciar la sed de ti que me atormenta, pero
todo se sumerje, todo me abandona.
Amarillea la tarde lentamente
y no deseo nada, no espero nada:
el sol no puede ya calentar mis huesos
ni la lluvia humedecer mis ojos.
Se me cae la vida a cada paso
que intento dar hacia tu corazón
de tierra oscura y caliente;
se me cae la vida a cada beso
que guardo dentro, ahogándome,
doliéndome noche a noche, mirada a mirada.
Debiera olvidar que te he querido,
que sobre tu cuerpo esparcí versos
difusos, que juntos inventamos
una música irreconocible y maravillosa.
Pero me miras, me sonries, me llamas
por mi nombre, me besas con ternura,
acaricias mi alma suavemente y,
mientras algo me quema dentro, se escapa
un "te quiero" furtivo y encojido
que se aleja de nosotros, con el viento.
Tengo que desafiar a la locura tercamente,
asirme a ti, dejarte hacer.
Quiero aprovechar cada trozo de ternura,
cada hilo de sonrisa, cada gota de mirada,
para calentar mis pobres huesos,
para humedecer mis cansados ojos. Y vivir
de tu sombra y de tu pelo, de tus pasos
y tus dudas, matando impulsos, siendo tuyo.
Juan Carlos (2001)
saciar la sed de ti que me atormenta, pero
todo se sumerje, todo me abandona.
Amarillea la tarde lentamente
y no deseo nada, no espero nada:
el sol no puede ya calentar mis huesos
ni la lluvia humedecer mis ojos.
Se me cae la vida a cada paso
que intento dar hacia tu corazón
de tierra oscura y caliente;
se me cae la vida a cada beso
que guardo dentro, ahogándome,
doliéndome noche a noche, mirada a mirada.
Debiera olvidar que te he querido,
que sobre tu cuerpo esparcí versos
difusos, que juntos inventamos
una música irreconocible y maravillosa.
Pero me miras, me sonries, me llamas
por mi nombre, me besas con ternura,
acaricias mi alma suavemente y,
mientras algo me quema dentro, se escapa
un "te quiero" furtivo y encojido
que se aleja de nosotros, con el viento.
Tengo que desafiar a la locura tercamente,
asirme a ti, dejarte hacer.
Quiero aprovechar cada trozo de ternura,
cada hilo de sonrisa, cada gota de mirada,
para calentar mis pobres huesos,
para humedecer mis cansados ojos. Y vivir
de tu sombra y de tu pelo, de tus pasos
y tus dudas, matando impulsos, siendo tuyo.
Juan Carlos (2001)


1 comentario:
Juan carlos:
Decir como lo has expresado hoy,el que nuestras manos nuestra piel queden huerfanas de ese aroma que fuçe nuestro en cada paso.Que esos te quiero se quedaron atorados en medio de la garganta.
Tu manera de decir es hermosa. y transmite y llega medio a medio...
Un abrazo
Mariella
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