Doblan El Cabo

domingo, 31 de agosto de 2008

SOLO


El silencio me sonrie. La soledad
me abraza y me acaricia levemente.
La noche me mira lejana y alterada.

Yo los ignoro porque pienso en tí,
en la ternura de tu corazón que anhelo.
Quiero hablarle a todo el mundo, gritarle
a todos lo que siento por ti.

Pero no hay nadie. Grito y las paredes,
aterradas y expectantes, recogen
mi grito y mi lamento:

¡Qué solo estoy cuando no estas tu!


Juan Carlos

viernes, 29 de agosto de 2008

LOCURA


Quise hundir los dedos en tu alma,
saciar la sed de ti que me atormenta, pero
todo se sumerje, todo me abandona.
Amarillea la tarde lentamente
y no deseo nada, no espero nada:
el sol no puede ya calentar mis huesos
ni la lluvia humedecer mis ojos.

Se me cae la vida a cada paso
que intento dar hacia tu corazón
de tierra oscura y caliente;
se me cae la vida a cada beso
que guardo dentro, ahogándome,
doliéndome noche a noche, mirada a mirada.

Debiera olvidar que te he querido,
que sobre tu cuerpo esparcí versos
difusos, que juntos inventamos
una música irreconocible y maravillosa.
Pero me miras, me sonries, me llamas
por mi nombre, me besas con ternura,
acaricias mi alma suavemente y,
mientras algo me quema dentro, se escapa
un "te quiero" furtivo y encojido
que se aleja de nosotros, con el viento.

Tengo que desafiar a la locura tercamente,
asirme a ti, dejarte hacer.
Quiero aprovechar cada trozo de ternura,
cada hilo de sonrisa, cada gota de mirada,
para calentar mis pobres huesos,
para humedecer mis cansados ojos. Y vivir
de tu sombra y de tu pelo, de tus pasos
y tus dudas, matando impulsos, siendo tuyo.

Juan Carlos (2001)

martes, 26 de agosto de 2008

LUNA GRIS

Brilla una luna gris
sobre nuestros recuerdos, ya vividos,
un algo que no deja en paz nuestro presente,
que nos acecha,
que nos destruye,
que se empeña en separarnos más.

Y ese algo
está dentro de mi.
Un paso atrás, luego otro,
y otro más.

Y ahora me voy;
no se que puedo dejarte de mi;
quizás una caricia, quizás un beso,
o quizás una flor.

Juan Carlos

viernes, 22 de agosto de 2008

TU Y YO

Ojos tristes,
calados, desdeñando al impasible sol-dios
que los contempla
desdeñoso a un tiempo. Exacto. Preciso.
Lágrimas cuajadas de llanto,
tenues, encogidas. Como mi piel, ásperas;
como tus ojos, tristes; como aquellos
caminos que surcamos juntos; como tú;
como yo; como nosotros.
Dos, número perfecto. Dos-mujer.
Dos-abril. Dos-dios. Dos-adiós.
Tú y yo
contándoselo a una estrella.
.
Juan Carlos

martes, 19 de agosto de 2008

QUIERES

Quieres tener en tus manos mi sonrisa,
en tu mente mis palabras; que te siga
y que te espere, que me aparte y deje sitio,
que no sienta, que no desee, que vuele alto.

Y gritarme "amigo" a todas horas,
como un faro iluminando olas
que son del mar y no suyas, evitando
vientos con sabor a naufragio,
brillando para ti en la noche con mi
reflejos de diamantes, de espejos.

Y después de todo, de rebelarme y entregarme,
de luchar contra mi propia imagen,
creo que no he sabido comprenderte:
mientras clavas a la vida las uñas
en su cara, te dejas engañar como una niña
tonta, cambiando mi amor por un puñado
de baratijas y por mil vidrios de colores.
.
JUAN CARLOS

jueves, 14 de agosto de 2008

ESCRIBIR

Intento escribir
a golpe de acelerador,
a ras de suelo,
sin hacer ruido
ni estruendosos silencios.

Intento escribir
aferrándome a mi verdad,
siendo fiel a principios
que aún no inventé,
soñando en cada esquina
con palabras nuevas,
con nuevas caras, corazones
relucientes, recién lavados.

No negaré mi adicción
a las palabras, a los suspiros,
a las cinturas, al tabaco,
a las alturas,
a la buena vida, a tus ojos,
a mil ojos, a cien mil sonrisas.

Pero escribo para mi,
sólo para mi, para nadie más,
para vencer el dolor,
que yo mismo me provoco,
ahogándome cada dia,
con mis propias manos,
para soportar el tedio,
de mi propia vida.

JUAN CARLOS




martes, 12 de agosto de 2008

EN TUS MANOS


La agonía de sentirte
ajena se refleja
en el vidrio abandonado
y roto de mis ojos.

No soporto la lejanía,
el desencanto, el olvido.
Hago mías tus palabras
y navego a tientas
por mares de tierra adentro,
naufragando.

El mar,
tan sólo el mar anhelaba.
El mar de tu mirada,
el agua del cariño, la fuente
de la esperanza. La fuerza
del destino cayendo
en cascada por mis hombros,
abanderando la vida
nueva, repoblada.

En tus manos se impregnó
mi alma de futuro.
En tus manos
se llena ahora de olvido
mi esencia de hombre
cimentado en palabras,
en sentidos agotados.
En tus manos
se quedan las estrellas,
la luna nueva,
el corazón.

JUAN CARLOS